«Anarqueños”: la música como excusa para vincularse y la posibilidad de contagiar movimiento

Los intereses e inquietudes artísticas parecen haber sido grandes elementos de flotación para transitar la pandemia de la mejor forma posible. Habilitando los encuentros y los vínculos, el arte permitió no solo momentos de fuga, sino también la creación de productos y proyectos alternativos y novedosos. En esta entrevista, RSM conversó con Marcelo Bardeli, uno de los integrantes de “Anarqueños”, el grupo músical que estrena espectáculo el próximo 22 de enero a las 22h en el teatro Piccolo. 

RSM: ¿Cómo surgió esta agrupación de artistas?

MB: Por el 2019 empezaron a juntarse Roberto Ingolotti, que es músico, guitarrista y luthier, con Natalio Sobel, que es percusionista y profe. Era una forma de sacarse las ganas de tocar un poquito. Al principio era una juntada de percusión. En función de eso, me invitaron a mí, que también le hago a la percusión. No me acuerdo bien, pero creo que empezamos a juntarnos todos los jueves, una tarde, como quien se junta a jugar a la pelota, pero para hacer música. Al principio no teníamos ninguna pauta. Después fueron saliendo algunos temas recurrentes.

RSM: ¿Son todas interpretaciones instrumentales?

MB: Al principio, la mayoría empezaron siendo instrumentales. Después se fueron agregando otros elementos, como guitarra y bajo. Más tarde se sumó Alejandro Palazuelos, que también es guitarrista, con lo cual ya ahí había una forma más armónica y melódica, no solo un juego rítmico. Quedamos más fijos en la percusión Natalio y yo. Él tiene un set de percusión más latino, con congas y bongó. Yo tengo cajón y yembe. Nos vamos complementando y en algunos temas se sumó un bombo leguero, armónica y quena.

RSM: Y entonces ocurrió la pandemia…

MB: Sí. Mantuvimos las reuniones semanales en la medida de lo posible, con todas las precauciones necesarias, con barbijos, tirando alcohol cada 5 minutos. También eso estuvo muy bien, a todos nos ayudó muchísimo. Fue el único contacto humano que tuvimos, sobre todo en el 2020, durante las restricciones más duras.

RSM: Es una forma de terapia, ¿verdad?

MB: Claramente, por eso bromeamos sobre eso diciendo que este es un “grupo de autoayuda con tendencias a la autodestrucción” (risas). Entre nosotros cuatro nos conocemos hace más de 20 años. En algún momento coincidimos todos en “Los relojes de Dalí”, una banda que se formó allá por el 2000, 2001. Era una banda muy numerosa, de la que todos formamos parte en diferentes momentos. Después, Roberto y Gonzalo formaron “La Anarka Xonora”, de donde retomamos algunos temas y los reversionamos.

Durante ese turbulento tiempo de pandemia y música se sumó al grupo Gustavo Bock, bandoneonista. Poco a poco le fueron dando forma al repertorio, agregando temas con letra y otros instrumentales. Este show, programado para el 22 de enero a las 22hs, será el primer espectáculo oficial del grupo, que anteriormente reservaba sus tocatas para familiares y amigos cercanos: “Solo en presencia de mujeres e hijos, que eran los damnificados”, agrega Marcelo, divertido.

MB: Entre el 2008 y 2009 participé del ciclo “Son de letras” en la Pastera, con Rodrigo Miguel, en donde se leían poemas acompañados de música. Esa vertiente aporta lo suyo a este nuevo producto, donde se combinan recitados de poetas muy diversos, como Borges, Dylan Thomas, otros casi del siglo XIX, con mixturas musicales, raíces latinas, conga, cuecas. Hay todo un juego con cruces de ritmos y se entrelazan los aportes de todos los integrantes. Había cosas que estaban para ser mostradas y se necesitaba el trabajo fino de ordenar los temas.

RSM: ¿Es un formato libre o hay alguna estructura de orden?

MB: Son dos partes, con un intervalo en el medio, así si la gente vuelve para la segunda parte sabemos que podemos seguir tocando (risas). El teatro Piccolo permite un estilo más relajado, en parte por tener el bar donde la gente puede consumir alguna comida o tomar algo. Se termina dando un estilo de café concert.

RSM: ¿Qué significa “Anarqueños”? ¿Planearon la fecha a propósito?

MB: Es un neologismo derivado de lo que era “Ananka Xonora”, con un tinte folclórico, que le da esa terminación “-eños”, a modo humorístico. Teníamos previsto un show en diciembre pero la fecha que tenía disponible el teatro quedaba muy pegada a las fiestas. Se terminó pasando para enero, justo el 22/1/22 a las 22hs. Tenemos la suerte de contar con “el laucha” Pina, que se encarga del sonido, para poder coordinar la percusión con las guitarras, el bajo y el bandoneón.

RSM: ¿Qué opinan las familias? ¿Acompañan?

MB: Sí, si, las familias acompañan. Están acostumbradas a estas reuniones y al gusto que compartimos por la música. Hay una necesidad de expresión y ciertas cosas solo pueden decirse con música, más allá de las palabras. Es un medio que permite expresar una cantidad de cosas, a diferencia de la palabra. Es otra sensibilidad, una vibración en el sistema nervioso, una invitación a moverse. Nosotros valoramos mucho hacer música para que la gente pueda seguir con su propio cuerpo, provocar la necesidad de moverse.

RSM: ¿Cómo ves la escena cultural de San Martín a partir de la pandemia?

MB: Acá siempre hubo una multiplicidad de proyectos, pero ahora surgieron muchos más. En la pandemia, al quedarnos puertas adentro, o vincularnos a través de zoom, creo que ningún artista paró de hacer cosas. Por ejemplo, en mi trabajo con la palabra sucedió que pude terminar cosas que andaban dando vueltas. Este tiempo de distanciamiento evidenció la necesidad de público presente. Es otra química. También ha servido a los artistas para ir asentando cosas, despojarse de otras. Es un tiempo filtro para dejar lo inmediato y quedarse con lo que mejor lo exprese. Un trabajo de paciencia y maduración. 

RSM: ¿Con “Anarqueños” pasó eso?

MB: Si, absolutamente. Cada tema tiene su propia personalidad y hay un respeto por la propia evolución interior. Por suerte hay muchos lugares en San Martín y Junín que dan espacio a propuestas experimentales y alternativas. Se dan cuenta de que hay público para todo y se abren cada vez más a la variedad. Es una primavera cultural.    

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