Casas Contadas – capítulo 28: Mario Muglia nos cuenta la historia del mítico bar y sus legendarios clientes

Después de haber recorrido tanto terreno, de la mano de vecinos y vecinas que fueron contando sus historias a través de cada una de sus casas, hoy le llegó el turno a Mario Muglia, quien nos contará sus recuerdos sobre el bar y restaurante que alguna vez supo estar en la esquina de Elordi y San Martín. Esta historia comienza en 1898, con la llegada de su abuelo Luis Goñi al territorio donde recién empezaba a formarse un pueblo de montaña.

Foto: Federico Soto

“El terreno tenía 75 metros de frente sobre San Martín y 51 metros de fondo, hacia Elordi. Le perteneció a mi abuelo, Luis Goñi, que vino en 1898, se casó con Eva Salas e instaló un comercio de alimentos y libros, que vendía al personal del Regimiento. Tuvieron cuatro hijas: Demetria, Luisa, Catalina y Angela. Luego de enviudar y criar solo a sus hijas, dividió el terreno para darle una parte a cada una. A mi madre, Demetria, le tocó la esquina, donde luego instalaron el Bar junto con Roque Muglia, mi padre”, cuenta Mario, que me recibe en su casa y me habla despacio, para darme tiempo a asimilar toda la información. También agrega que su bisabuela, la madre de Eva, había sido alumna de Sarmiento en San Juan.

El negocio de Luis Goñi, en Elordi y San Martín

En 1930 Demetria Goñi y Roque Muglia se casaron. Vivieron un tiempo en La Negra, un puesto entre Junín y Zapala, para luego volver a San Martín e instalarse en la mítica esquina que hoy nos ocupa. El matrimonio tuvo 3 hijos: Rosa, Eva y Mario. “Mi padre, Roque Muglia, trabajaba en el campo, en la Compañía Zingoni, junto con su amigo Máximo. Ambos vinieron juntos al pueblo. Roque se casó con mi mamá y Máximo con mi tía Catalina. Después él vendió sus ovejas y se hizo chacarero. La tía Ángela falleció joven y la tía Luisa se casó con Perfiter Muñóz, de Zapala. Toto Muñoz, el conocido guía de pesca, era su nieto. Ellos tuvieron un taller mecánico y después pusieron una empresa de colectivos que hacía traslados a Junín, a Pucón y a Villa Rica”.

Tras seguir un poquito el hilo de la vida de las cuatro hijas de Luis Goñi, volvemos a la esquina del Elordi y San Martín, donde en 1935 Roque Muglia abrió un comercio de Ramos Generales. Poco después agregó despacho de bebidas. “Tenía una cancha de bochas en el mismo terreno y hacia Elordi construyeron su casa familiar, diseñada por Mario Bruno, con un arco en la entrada que tiene un trabajo en piedra hecho por Ceferino, el picapedrero del pueblo”, dice Mario. Luego, hacia 1940 se instaló el bar, llamado “Cosenza” por la provincia de nacimiento de Roque, donde también se jugaba a los naipes, dardos y billar.

En un salón de la casa de los Muglia se instaló la primera heladería del pueblo y Demetria era quien fabricaba los helados. Después ese espacio se alquiló a Eugenio Caso, donde comenzó con su comercio de ropa. Al bar se le sumó también un restaurante, destinado a atender a los turistas en la temporada de verano. Allí se disfrutaban de minutas preparadas por Rosa Muglia, una de las hermanas de Mario. “El bar constaba de un gran salón, con un mostrador con bancos grandes para tomar alguna bebida allí mismo. Tenía diez mesas con cuatro sillas cada una, una mesa de billar y dos baños. Sobre el mostrador había una caja registradora a manija con teclas y una cafetera enorme con cuatro bocas. También había un cubilete para los dardos”, recuerda Mario, quien trabajó un tiempo allí ayudando a su padre, y agrega: “lo veo en mi cabeza como si fuera hoy”.

Foto: Federico Soto

Cuando le pregunto por anécdotas del bar se agarra la cabeza y dice: “hay tantas”. Entre las décadas de 1950 y 1960 los vecinos más conocidos del pueblo se juntaban allí a disfrutar un cafecito y un juego de naipes. “Iban a hacer sus depósitos al Banco Nación, que estaba sobre Elordi, frente a la Plaza Sarmiento, y después se juntaban en el bar. Se armaban mesas de tute cabrero, un juego en el que se van tirando y recogiendo cartas hasta que termina la ronda y pierde el que tiene menor puntaje. Muchos se confabulaban para hacer perder a los vecinos más cabreros y que pagaran la ronda de cafés. A don Tomás Alegre, que era farmacéutico, lo hacían resongar tanto que pagaba y se iba. Después lo iban a buscar”, relata Mario, en tono divertido.

Foto: Federico Soto

“A la tarde, después de hacer sus visitas domiciliarias, el Dr Koessler iba al bar, pedía un café y dormía un ratito. En ese momento todos bajaban la voz. Era el héroe del pueblo. Después se despertaba y jugaba a las cartas. Era una persona que no hablaba mucho y decía lo justo. Siempre caminaba por la calle, vestido con sombrero y sobretodo, con las manos atrás de la espalda. El doctor conocía a todos los vecinos, los visitaba en sus casas y siempre le invitaban a cafecitos. A Berta no la conocía mucho. Estaba siempre en su lugar, escribiendo”, recuerda Mario, pintando un cuadro hermoso sobre uno de los personajes más queridos de nuestra ciudad.

Foto: Federico Soto

Mario Muglia recuerda a dos mozos del bar: don Barrera y don Lara. También menciona a Manolo Gomez Morato, que al llegar al pueblo desde Bahía Blanca, en 1940, tuvo su primer trabajo en el bar. Hacia el final de la charla, mientras busca algunas fotos y me explica referencias de tiempo y espacio, menciona que guarda algunas notitas, firmadas por el Coronel Celestino Pérez, con las que el fundador de San Martín de lo Andes pedía a don Luis Goñi el envío de algunos víveres.

Foto: Federico Soto

Hacia 1973 el bar fue alquilado y más tarde cada espacio fue tomando rumbo propio, administrado por los herederos. El Cafecito Bar es uno de ellos, sobre el cual estaba el departamento en el que vivía Rosa Muglia. Más de cien años de historia transcurrieron ante mis ojos en estos párrafos. Descripciones concretas y bellas imágenes que Mario nos regala con sus palabras. Atesorar estos recuerdos no debería ser una tarea individual. La historia colectiva está hecha de retazos. Ojalá sigamos agregando bloques a este ciclo para que la construcción se perpetúe hasta donde no haya más por conocer.

Fotos: Federico Soto

2 Comments on Casas Contadas – capítulo 28: Mario Muglia nos cuenta la historia del mítico bar y sus legendarios clientes

  1. Que pioneros valientes, en esos tiempos, , sin teléfono, en muchos casos sin luz , transporte, vivir aislados. Hicieron patria . Lindas historias

  2. Lilia Susana Chiaraviglio // 14 de noviembre de 2021 en 22:23 // Responder

    Muy buena tarea de recopilacion. Felicitaciones….

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