125 años de San Martín de los Andes en la voz de sus antiguos pobladores

Este sábado 4 de febrero se conmemora un nuevo aniversario de la fundación de nuestra ciudad, allá por 1898. Desde entonces, muchos cambios han ido moldeando la fisonomía y cotidianidad de esta ciudad cordillerana. Por esa razón, y para celebrar la ocasión, compartimos una recopilación de recuerdos de quienes tuvieron la oportunidad de vivir aquellos primeros tiempos.

José Ragusi recordó en otra oportunidad cómo era la casa en los campos de su abuelo, donde hoy se ubica el barrio de oficiales del Regimiento: “Las instalaciones estaban cruzando el arroyo. Ahí tenías la casa, con un living grande con piano, varias habitaciones y una cocina larga que daba al curso de agua. Tenía dos pisos. En esa casa nací yo, en 1939. Mi abuelo falleció en 1933. Estaba casado con la Nona Josefina. Esa fue la primera casa que conocí. Del otro lado del arroyo estaba el molino harinero. En esa época no llegaba harina, hasta que empezó a entrar desde Chile. Entonces en La Vega y Lolog se sembraba trigo. Del arroyo más chico sacábamos agua para la casa. Después había uno más grande, donde estaba la rueda hidráulica para el molino. Por la invención de Renato, mi papá, y Américo, mi tío, esa rueda se transformó en una sierra circular, para cortar la leña para el invierno”.

Casa Nuñez.

Nieves Nuñez, la hija menor del Doctor Ernesto Núñez, quien fuera Director de la Sala de Primeros Auxilios de nuestra localidad desde 1934, contó durante el segmento Casas Contadas: “Mirá, mi primer recuerdo es sobre las tremendas nevadas que había. Nosotros vivimos primero en el departamento que estaba arriba de la Sala de Primeros Auxilios, la parte antigua del hospital. Mientras tanto papá compró este terreno y fue armando la casa, que al principio tenía sólo cuatro habitaciones. Después le agregaron cocina y baño. Nos mudamos por el año 1942 o 1943. Entonces mi primer recuerdo es el invierno, que era tan duro. Con mis hermanas nos entreteniamos abriendo caminitos en la nieve, que tenía 30 o 40 cm. Por otro lado, no te olvides que en ese entonces no había gas, era todo a leña y de noche se apagaba. No quedaba nadie para echarle leña al fuego, así que eran días fríos de invierno”.

Orlando Elorriaga hizo memoria sobre los alrededores de la casa de su padre, construida en 1935: “Enfrente, en la esquina, había una hostería de madera muy grande, que se llamaba El Caballito Blanco. Tenía dos cuerpos y uno se incendió cuando yo tenía 9 años. En la otra esquina, sobre Ramayón, estaba la quinta del Doctor Koessler, que después fue de O´Grady. En ese momento teníamos acequias que corrían por ambos terrenos, por la calle. Se ponían compuertas y se regaban las huertas. Donde hoy está la pintureria, frente a la estación de servicio, en aquel tiempo había una “borrachería”, un bar donde los paisanos iban a tomar vino, con palenques para dejar los caballos”.

Casa Elorriaga.

Antes de que se construyera el cine Amankay, se pasaban películas con un “biógrafo” en el salón del Hotel Lácar o en Perito Moreno y Elordi donde Elías Aquin también tenía un proyector. Isabel Creide contó en una entrevista filmada que su padre había comprado la máquina de cine sonoro en 1938, a un vecino de Junín de los Andes, y la tuvo hasta 1940: “Para avisar que empezaba la película se llamaba a la gente con disparos de cañón”, cuenta Isabel, y también Américo Astete, en un precioso documental que agrupa voces en torno al fulgor del cine. Parece ser que hubo problemas con los cartuchos que disparaban al aire e iban a parar al techo del Banco Nación. Quizás el método no era el más seguro, pero qué divertido resulta imaginar la escena.

La escuela más antigua del pueblo, inaugurada el 5 de octubre de 1901 por iniciativa del Jefe de Regimiento 3 de Caballería, tuvo como primera directora a Asunción Miralles de Fósbery. La escuela formó parte de la guarnición militar hasta 1904, cuando pasó a depender de la inspección Seccional Tercera de las Escuelas de Territorios, con sede en Chos Malal. 

Escuela N°5

En 1904 asume su dirección José Calderón. Por entonces, se la conocía como Escuela Infantil Mixta, hasta que en 1906 recibió la denominación de Escuela Nº5. Durante más de 40 años funcionó en dos lugares: el edificio del actual Correo Argentino, con un comedor y aulas para los primeros grados; y el local que ocupa hoy en día la farmacia del ISSN, con estufas a leña en cada aula. 

Elio “Chango” Soria trabajó allí por más de 20 años: “Yo ingresé a trabajar en el año 1962, como maestro suplente. Hacía pocos años que me había recibido y me quedé hasta que me jubilé. Los primeros años fueron difíciles porque había demasiados alumnos. No se habían creado aún las otras escuelas. Después cuando se crearon la 134 y 142 se descongestionó un poco. Como cosa distinta, en aquella época las clases eran de septiembre a mayo, clases de verano, teniendo en cuenta el clima. Recién en 1974 se cambió al actual”.

Por otro lado, la Escuela 86 “Batalla de Maipú” se comenzó a gestar sobre el terreno donado por Mercedes del Carmen Novoa. Su construcción fue gestionada por la comisión vecinal, presidida por Domingo Ragusi. Colocada la piedra fundacional en octubre de 1925, se inauguró en 1927 y en 1939 se hicieron ampliaciones de la biblioteca y dependencias. En 1931 comenzó a funcionar allí la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia y en 1941 la Cooperativa Escolar General Rudecindo Roca.

Sin embargo, esta no fue su primera locación. La casa de Pío Domingo Protto, cedida al Consejo Nacional de Educación, albergó 104 estudiantes, desde septiembre de 1925, mientras se esperaba la terminación de la construcción definitiva. Sus primeros alumnos fueron pioneros de Vega Maipú y estancias aledañas.

Alejandro Fiori, docente y director de la escuela 86 por 27 años, recordó especialmente a Irma Rodríguez y Bristela Bravo, auxiliares de servicio, que “se ponían la escuela al hombro, conocían a todos los chicos, cocinaban y preparaban la leña para calefaccionar. Nosotros también ayudábamos. Nos hacíamos cargo de muchas tareas que no nos correspondían por dar solución ante la ausencia de los organismos correspondientes. Uno las hacía con gusto, lo que no implica un voluntarismo inconsciente

Entrando cada vez más en la vida cotidiana de este pequeño pueblo de frontera, Noemí  Avancini y Ramón Nuñez, dueños del almacén El Entrerriano, recordaron: “Cuando funcionaba el almacén de Ramos Generales, en el piso de arriba se jugaba a las cartas. Se contaba que un día apareció un policía nuevo a revisar y los que estaban jugando se escondieron en los placares. Entre ellos había un juez. También estaba el señor Ramón Fernandez, que tenía un camioncito y repartía de todo: leña, carbón, gas, vino Flor del Prado, ¡hasta los cheques del banco!. Resulta que cuando recién se abrió el Banco Nación, Ramón traía los cheques para clearing y todos los viernes un grupo de muchachos lo esperaban en la rotonda de la virgen con un asado, para demorarlo, que no llegue al cierre y entren los débitos en cuenta recién el lunes.”

Desde su propia memoria, Mario Muglia contó sobre el famoso bar de su padre: “El terreno tenía 75 metros de frente sobre San Martín y 51 metros de fondo, hacia Elordi. Le perteneció a mi abuelo, Luis Goñi, que vino en 1898, se casó con Eva Salas e instaló un comercio de alimentos y libros, que vendía al personal del Regimiento. Tuvieron cuatro hijas: Demetria, Luisa, Catalina y Angela. Luego de enviudar y criar solo a sus hijas, dividió el terreno para darle una parte a cada una. A mi madre, Demetria, le tocó la esquina, donde luego instalaron el bar junto con Roque Muglia, mi padre”.

En 1935, Roque Muglia abrió un comercio de Ramos Generales. Poco después agregó despacho de bebidas. “Tenía una cancha de bochas en el mismo terreno y hacia Elordi construyeron su casa familiar, diseñada por Mario Bruno, con un arco en la entrada que tiene un trabajo en piedra hecho por Ceferino, el picapedrero del pueblo”, dijo Mario. Luego, hacia 1940 se instaló el bar, llamado “Cosenza” por la provincia de nacimiento de Roque, donde también se jugaba a los naipes, dardos y billar. 

Paisajes sanmartinenses.

En un salón de la casa de los Muglia se instaló la primera heladería del pueblo y Demetria era quien fabricaba los helados. Después ese espacio se alquiló a Eugenio Caso, donde comenzó con su comercio de ropa. Al bar se le sumó también un restaurante, destinado a atender a los turistas en la temporada de verano. Allí se disfrutaban de minutas preparadas por Rosa Muglia, una de las hermanas de Mario. “El bar constaba de un gran salón, con un mostrador con bancos grandes para tomar alguna bebida allí mismo. Tenía diez mesas con cuatro sillas cada una, una mesa de billar y dos baños. Sobre el mostrador había una caja registradora a manija con teclas y una cafetera enorme con cuatro bocas. También había un cubilete para los dardos”.

“A la tarde, después de hacer sus visitas domiciliarias, el Dr Koessler iba al bar, pedía un café y dormía un ratito. En ese momento todos bajaban la voz. Era el héroe del pueblo. Después se despertaba y jugaba a las cartas. Era una persona que no hablaba mucho y decía lo justo. Siempre caminaba por la calle, vestido con sombrero y sobretodo, con las manos atrás de la espalda. El doctor conocía a todos los vecinos, los visitaba en sus casas y siempre le invitaban a cafecitos. A Berta no la conocía mucho. Estaba siempre en su lugar, escribiendo”, recuerda Mario, pintando un cuadro hermoso sobre uno de los personajes más queridos de nuestra ciudad.

Hotel Lácar – Paisajes sanmartinenses

Los recuerdos son tantos que no entran en una sola nota. Sin embargo, es importante cada tanto hacer memoria y volver a leer juntos, como comunidad, estos relatos en primera persona, sobre la vida diaria y las anécdotas de aquellos que vieron nacer y crecer a nuestra ciudad. Sirve para no olvidarnos de dónde venimos y enseñar a los recién llegados la filosofía de vida y cultura sanmartinense.

Para seguir leyendo más anécdotas pueden dirigirse aquí.

2 Comments on 125 años de San Martín de los Andes en la voz de sus antiguos pobladores

  1. Que lindas e interesantes historias !

  2. Carlos Alejandro Mendoza Thiele // 5 de febrero de 2023 en 12:12 // Responder

    Hasta que año fue territorio Chileno..?

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