Como con el huevo de la serpiente

Alarman algunos sucesos que vienen aconteciendo, porque parecieran querernos mostrar a la serpiente a través de su traslúcido huevo. Metáfora que fue utilizada en la película “El huevo de la serpiente” dirigida por Ingmar Bergman en 1977, con la que el consagrado director se inspiró en describir el ambiente de la Alemania de los años 20 que dejaba ver el futuro que vendría.

Por cierto y por suerte muy alejado aún de esa realidad que se describe en el film sobre la Alemania de los años 20, previa a la aparición de los fascismos y totalitarismos posteriores, el entorno y algunos hechos donde se desarrolla la actual crisis económica y social alertan.

El miedo, la incertidumbre, la desocupación, la espiral inflacionaria, el descreimiento, la falta de representatividad, son los rasgos comunes de quienes por un lado se sienten desilusionados y defraudados por las expectativas que habían adquirido, y por lo tanto descreen de un futuro mejor, y consideran inviable cualquier salida. Por otro lado los agoreros que apostaron desde siempre a la inviabilidad del actual proceso, y esperan ansiosos que se cumplan sus profecías. Están también los que alejados de lo que ocurre en la cosa pública, sumergidos en la cotidianidad de las problemáticas personales, se ven obligados a atender lo colectivo para defenderse como puedan de esa realidad que los invade.

Todos navegamos este barco con la misma incertidumbre.

Pero la aparición de un líder carismático en el país del norte, que sorprende a escala global; los incipientes movimientos políticos en Europa, donde se acrecienta la xenofobia y se exasperan los nacionalismos; llegando en lo regional hasta la aparición de un candidato brasilero (Bolsonaro) que reivindica la pasada dictadura, además de ser machista, racista, homofóbico, xenofóbico y que cuenta hoy con más del 20 % de intención de voto, encienden las alarmas.

Sobre todo, además, si con el clima de crisis local imperante aparecen ciertos personajes: después de Casero y el flan, esta semana irrumpe el nefasto de Baby Etchecopar, que escandaliza con sus mensajes de neto corte fascista, interpelando con una descabellada furia a una dirigente social. Casi al mismo tiempo se secuestra y tortura a la maestra Corina De Bonis en Moreno, Provincia de Buenos Aires, gestora de comedores escolares.

No hace falta enumerar algunos antecedentes: como el caso de Santiago Maldonado y el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel, que ocurrieron acompañados de una pretendida construcción de un nuevo enemigo dentro de la comunidad mapuche.

Gran parte de la sociedad argentina tiene los reflejos necesarios y la capacidad de movilización para hacerse escuchar a modo de protesta, en cada uno de estos episodios. Pero también es cierto que se percibe la virulencia de otra gran parte de la sociedad que calla, y hasta alienta con complicidad muchos de estos sucesos. Y es allí donde reside el temor y el peligro.

Esta es la principal tensión por donde aparecen los fantasmas de un posible oscuro futuro. Muy improbable por cierto, pero que a veces pareciera dibujarse como en aquella metáfora de la transparencia del huevo de la serpiente, en el cual se puede divisar a su embrión.

Es por ello que la única intolerancia necesaria es frente a la aparición de estos episodios. Y quedarnos como espectadores pasivos ante semejantes barbaridades.

No sea cosa que también aquí pudiera aparecer, algún mesiánico conductor, que con el pretexto de que haya que reinventarlo todo, y pretendiendo elevarse por sobre las cenizas, avasalle lo que tenemos de humanidad, de cultura, de derechos, de dignidad y de historia.

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