Día 6: Roman Lindegger

“Ave María Purísima…contesten si todavía
son de este mundo.”
Crónica de una muerte anunciada

De: Roman Lindegger
A: Clara Oyuela
Asunto: Vivir
Yo quería estar afuera todos los días, sentir la lluvia arreadora en las mejillas, sentir el sol y la sal del sudor. Mirar terrenos infinitos, sabiendo que delante de uno sólo acecha la bendición y el desafío: la nada, y con eso, tú mismo. Y si no es la nada, ¿qué otro lugar te confronta tan directamente a ti mismo? ¡No es en la ciudad, en las zonas urbanas! Al contrario, es en el desierto donde uno se transforma en su propio interlocutor. El viento es viento. La lluvia es lluvia. El silencio es silencio. La soledad, soledad. No puedo cambiarlo. Tengo que aprender que las cosas son como están. Las montañas no se pueden trasladar, y si un día la lluvia te castiga y el viento te combate desde todos lados, si un agotamiento inevitable te alcanza, no podes cambiarlo. Es la adicción a estos desafíos lo que me anima, lo que mi “yo” demanda. Encontrarme sin nada de importancia, como un juguete de la naturaleza, que no me ha esperado ni nunca lo hará. No me opongo más a la naturaleza, ella ya no puede enfurecerme, ya no puede hervirme en rabia; sólo algunos seres humanos logran indignarme.

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