Crítica de «Guasón». Del llanto a la risa: cómo la sociedad transforma a un trastornado en un villano memorable

Todos conocemos, o hemos oído hablar del “Guasón” (o también llamado “Joker”), el célebre payaso, mítico oponente de Batman que ya ha sido interpretado por otros 4 actores (sin contar todas las versiones animadas). Cada uno lo ha hecho con su propio sello y se ha ganado el papel, y a su vez ha ido subiendo la vara para aquellos que en el futuro quieran interpretarlo. Considerando el “fallo” de Jared Leto a la hora de interpretarlo en la película “El Escuadrón Suicida” nos habíamos quedamos con un “Guasón” de Heath Ledger como referencia de una actuación digna de respeto por el villano.

Todo esto fue así, al menos para mí, hasta que me senté en la sala del cine y vi a Joaquin Phoenix interpretarlo en la nueva película “Guasón”.
A diferencia de todas las anteriores películas, “Guasón” se centra en la historia y orígenes del payaso. En base a esta propuesta, y la idea de no basarse en ningún comic, sino simplemente tomar los personajes de la compañía DC Comics. Todd Phillips y Scott Silver se toman el lujo de explorar la psicología del personaje y así crear una obra memorable.

Nuevamente, la actuación de Joaquin Phoenix, nos descoloca a todos. La capacidad que tiene de interpretar personajes con traumas o trastornos ya se había mostrado anteriormente en la película “Nunca estarás a salvo” y se reafirma entre los mejores actores con esta nueva entrega.

Con gran habilidad logra adaptarse a un guión magnífico que nos hace encarnar una “Ciudad Gótica” más corrupta que nunca. Nos hace sentir la soledad y la angustia del personaje, la impotencia, y así sin que nos demos cuenta nos guía hasta un clímax que nos deja a todos con una sonrisa en la boca.

Recomiendo profundamente esta película.
Debido a todas las cosas que había oído al respecto en los últimos días, temía que no fuera a estar a la altura de las expectativas. Sin embargo, puedo decir con total alegría que las superó y que se ganó un gran respeto por mi parte. No hubo momento de la película que no haya disfrutado, y si bien, algunos diálogos me parecen sobrar ya que los silencios que genera el actor ya pueden hablar por si solos, tampoco obstruyen en absoluto.

Por Francisco Corso para RSM

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