Crónicas Bomberiles: Capítulo 1 “El ángel, las estrellas, Mario y yo”

Las Crónicas Bomberiles son un homenaje a cada mujer y a cada hombre del voluntariado bomberil argentino.
Son historias reales vividas durante mi paso por el cuartel de bomberos de San Martín de los Andes. Algunas son tristes, otras son tensas, las menos son alegres. Un poco como el servicio bomberil.
Por razones obvias, en algunos relatos, evito dar precisiones de lugares y fechas. Que el dolor sirva para la historia y no al revés.
Quiero agradecer a mis camaradas por permitirme nombrarlos. Son la cara visible de un universo silencioso y aguerrido que está dispuesto a dejarlo todo para dar una mano al que lo necesita.
Por último quiero agradecer a Realidad Sanmartinense por sumarse a este homenaje.

Ing. Martín Comesaña

Esta primer entrega está dedicada con profundo respeto a todos los que estuvimos allí, en particular para mi camarada Mario Julián Faúndez. Invariablemente no pudimos olvidarlo. Ponerlo en palabras me trajo algún alivio. Ojalá todos lo encuentren.

“El ángel, las estrellas, Mario y yo”

En determinado momento advierto que nos quedamos solos junto al automóvil volcado. Hacía mucho frío y las estrellas competían con los destellos de los vehículos de emergencia. A nuestra derecha, varios metros más allá, gritos desgarrados. Gritos de madre. Gritos de loba herida. Reproches inentendibles que el viento helado disolvía hasta transformarlos en una cacofonía febril y doliente.

Mario trajo una herramienta para izar el auto. Eran su especialidad, como muchas otras, pero en particular le gustaban las herramientas pesadas y fuertes. Ahora que lo pienso, tal vez las sentía una extensión de su persona: fuerte, útil, necesario. Por años salimos juntos a las emergencias, debería decir que a casi todas las que se presentaban. Nos hablábamos con la mirada. Yo sabía lo que me iba a pedir y él sabía que no hacía falta que me lo pida. Logramos el entendimiento fatal de los que al cabo nos toca trabajar en medio de la tristeza, de la pérdida. Hacer las cosas rápido y bien, evitar daños mayores, mitigar el dolor, volver a casa y tratar de no llevarnos ese dolor.

Nos dijeron que bajo el auto había una criatura. Hubiéramos preferido el peor de los incendios, ese que sentís arder la piel bajo el traje, y no el filo helado que nos atravesó el alma… y creo que lo hace todavía.

“Te subo el auto y verificá los signos vitales” me dijo mientras armaba el equipo. Claramente, me estaba preparando para hacerlo. La orden sirvió para romper la quietud y la pena que nos empezó a abrazar a los dos, padres de hijos e hijas pequeños en ese momento.

Mario levanta el auto y me meto debajo de los hierros retorcidos sabiendo que si una piedrita le desestabilizaba la herramienta el auto me aplastaba el tórax. Pero era Mario el que armó la herramienta. Seguro había sacado la piedrita y yo solamente tenía que ocuparme de llegar hasta el cuerpo.

No encontré signos vitales. Pedí una cobija y envolví al angelito. No quería que tuviera frío aunque ya no lo sintiera. Ya estaba en un lugar más cálido y amable que esa desolada y helada ruta patagónica. Me lo quedé en brazos mirando el cielo mientras Mario descendía el vehículo.

Ahí estábamos los tres, bajo el cielo de estrellas. El ángel, Mario y yo.

Vino una enfermera y me pidió que se lo entregue.

“Despacio” recuerdo que le dije, con la dulzura de quién pasa de brazos a un niño dormido.

3 Comments on Crónicas Bomberiles: Capítulo 1 “El ángel, las estrellas, Mario y yo”

  1. Cristobal Cervantes // 20 de agosto de 2022 en 15:10 // Responder

    Que grandes los hombres y las mujeres bomberos/as!!!!! Mis mayores respetos y agradecimientos.

  2. Terrible. Qué valentía y entereza para cumplir esa función. Respeto y admiración total.

  3. Terrible. Qué valentía y entereza hay que tener para cumplir con esa misión. Todo mi respeto y admiración para ellxs

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