“Río abajo: Balseros de Pilo Lil”, una obra en la que se rescatan importantes memorias históricas
Yanina Prieto, Israel Prieto y Rafaél Urretabizkaya idearon y produjeron un emotivo espectáculo que rescata historias sobre los balseros de Pilo Lil, una propuesta que mezcla danza, música y guión original para brindar una experiencia única a la comunidad. “Río abajo: Balseros de Pilo Lil” se presenta el próximo sábado 20 de agosto, a las 20:30hs, en el Centro Cultural Cotesma y sus protagonistas nos cuentan más al respecto.
“Desde el invierno de 1938 y durante casi 10 años, los balseros del Pilo Lil trasladan por el río Aluminé, rollizos y sus sueños de una vida mejor, desde la cordillera hasta Neuquén. Esta es la historia de quienes tomaban ese oficio con coraje, por necesidad, y sobre todo “porque hay amores”. Parte de la historia de nuestro territorio y de Marquitos, un chico que las ve pasar mientras pastorea sus animales y sueña con ese viaje. Para dónde irá la vida, tanto la veo pasar, tanto he buscado las chivas que a mi me quiero buscar”, recita la sinopsis de obra.

Escrita por Rafaél Urretabizkaya, con música original de Israel Prieto y danza a cargo de las compañías Aurora y Barro, del Ciart n 5, con coreografías de Yanina Prieto, la obra comenzó a gestarse hace un año y recupera memorias sobre aquellos tiempos, y las tareas de los intrépidos balseros. “Armaban unas balsas de troncos de 10 metros por 6 metros, que bajaban con los bueyes y ataban con tientos. En agosto hacían la bajada por el río, porque era cuando había más caudal de agua y se podían bajar esas balsas enormes. Eran superhéroes: muchos murieron, otros salieron heridos, había que conocer mucho el río, el frío, las tormentas y el hambre”, cuenta Yanina.
La necesidad y las ganas de progresar los hacían persistir en la tarea, realizando todo el recorrido desde Pilo Lil hasta Neuquén, para trasladar la madera a los aserraderos y que luego se transformen en casas. La obra cuenta sus proezas, sus aventuras en el río y su fuerza para seguir adelante.


La obra surge por varios motivos: Rafaél vivió en Pilo Lil mucho tiempo, trabajando como docente, y se trajo de aquel tiempo muchas historias en la mochila. Por otro lado, el papá de Israel Prieto y el abuelo de Yanina Prieto, que eran hermanos, fueron balseros y sus familias guardaron desde entonces todas sus anécdotas. “Quisimos traer algo de esa historia, rescatarlo y traducirlo a lo que nosotros hacemos”, dice Yanina, haciendo referencia a la danza, la poesía y la música.
“Esta historia me conmueve porque toca una profundidad que tiene que ver con mis abuelos, pero también estar con Rafaél e Israel es muy importante para mí, porque les tengo mucha admiración. Ver cómo todo lo que íbamos diciendo, Rafa lo transformaba en poesía, y escribía cosas maravillosas, me asombraba. Después venía Isra a mostrarnos la música que iba armando para acompañar y me deslumbraba. Es pura felicidad estar acompañada de gente tan talentosa, y un desafío para estar a la altura”, explica Yanina.
“Tengo la felicidad de haber compuesto la música de esta obra y poder trabajar sobre los textos de Rafaél, que me llevaron a recordar las charlas con mi viejo. Él fue uno de los balseros que llevaban los troncos a Neuquén y me quedaron muchas historias y recuerdos al respecto. Para mí, esta obra tiene mucho valor sentimental e histórico, porque es un trabajo que se hacía en la provincia, que no se conoce mucho; poder poner en valor algo que fue propio de los primeros pobladores de la provincia, un trabajo muy arriesgado, en el que muchos se ahogaban. La tarea se prohibió luego de un accidente muy fuerte en el que murieron cuatro personas. Espero que se puedan arrimar y vivenciar una parte de la historia de nuestra región”, cuenta Israel Prieto.


“El trabajo de los balseros comenzaba cuando, de arreo y por el río Quillen, que es un río de cordillera bastante impetuoso, se bajaban los rollizos de lenga, raulí y a veces de araucaria, hasta la costa del río Aluminé, donde en un acanchadero, como le llamaban, ataban de a 10 troncos para formar una balsa, con un capitán y tres pilotos, para luego llegar a Neuquén. Se bajaba de julio a septiembre, cuando el río está más alto. El capitán tenía que conocer mucho los remolinos de agua, era muy peligroso”, cuenta Rafaél, sobre la historia que inspiró esta obra.
“Cuando trabajaba en Pilo Lil tuve un gran amigo, llamado Marcos Parra, que me contó la historia en un contexto maravilloso, en el que él era chiquito y veía pasar las balsas. Era lo máximo a lo que podía aspirar un ser humano, esa gabardina, el pañuelo bordado. Lo mejor que podía pasar era ser balsero. La última balsa, la que tuvo el accidente, quedó varada en un lugar llamado Remolino de Toro, donde vivía la familia de Marcos. Ellos consiguieron un permiso especial para llevarla a Neuquén y es ahí que, como faltaba un tripulante, Marquitos dejó de ser él y se convirtió en Marcos, el último balsero, cumpliendo su sueño”, narra el escritor.
Rafaél ya había escrito sobre esta historia en otras oportunidades, pero el encuentro con Yanina e Israel resignificó el contexto, agregando valor creativo, artístico y emotivo. “Los ritmos musicales que se bailan y se interpretan en la obra son tonadas, cuecas, milongas, valseados, que son los ritmos que vinieron con la migración. Mucha música llegó vía Chile y se difundió en la zona rural”, concluye.
Esta tan sentida y trabajada obra, que vuelve a poner en superficie recuerdos profundos y arraigados que forman parte de la historia de la región, se estrena el sábado 20 en la sala Amankay del Centro Cultural Cotesma. Las entradas ya se encuentran a la venta en la boletería del espacio y se espera que pronto gire y se difunda en otras localidades.
Fotos: cortesía.
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