Una fatalidad: germen de “La ruta de Neruda”
(*) Por Ana María de Mena
El 8 de diciembre de 1988, las furiosas aguas de un río patagónico en la provincia de Chubut, se llevaron la vida del joven hijo y del nieto de cinco años, del conocido empresario chileno radicado en Futrono, Rolando Montaña Carreño. Abuelo y padre desconsolado, acudió a relaciones y movilizó recursos para el salvamento. Por cielo y tierra buscaron los restos que nunca fueron encontrados, arrastrados por la corriente.
Pasado un tiempo considerable, el tiempo del duelo, el empresario abrazó la idea de abrir un camino que uniera su país con la Argentina donde -en algún lugar incierto- estaban sus descendientes arrebatados tempranamente. Trabajó con tenacidad, apeló a sus vinculaciones, hizo consultas técnicas, aportó dinero y dio origen al proyecto.

Debió vencer la tristeza propia y la de su familia y enfrentar obstáculos, pero logró conformar el Comité Chileno Pro Paso Internacional “Folil”, a escasos diez kilómetros al sur del paso Ilpela, que por su pronunciada pendiente implica inconvenientes para construir un camino. Ese Comité, reconocido oficialmente y de importante accionar, fue integrado por los chilenos Jaime Rozas González, Fernando Pérez Vásquez, Juan Jara Lucero y Neftalí Alacid Salazar, teniendo como directores a Montaña Carreño y Enrique Rulf Ferres.
De los viajes realizados a nuestro país y las muchas entrevistas mantenidas con las autoridades locales, hubo un encuentro clave. La memoria de los protagonistas dice que fue en torno de una mesa en una confitería de San Martín de los Andes -quizás de “El raulí”- donde confluyeron representantes de los dos países. En lo que coinciden es que una de las personas presentes era la responsable de Cultura local de entonces, señora Elena Lapuente; la otra, una profesora de Letras que hacía leer a los estudiantes el cruce cordillerano de Neruda en sus clases de literatura. De allí surgió la propuesta para que el escritor fuera eje del camino binacional.

Así comenzaron las gestiones que llevaron delegaciones argentinas al país hermano y trajeron otras tantas a este lado de los Andes, tanto comerciales, deportivas, como culturales. Don Rolando Montaña aprovechó una circunstancia favorable y obtuvo autorización para abrir un camino que unía Chihuío y Folil-Ilpela dentro de su fundo, ubicado en la Provincia de Ranco, XIV Región de los Ríos, en el límite con nuestro país. Y lo hizo con tanto entusiasmo que, cuando llegó a la frontera, los operarios continuaron el trazado del lado argentino. El tema generó controversias, denuncias y un grueso anecdotario que alguna vez se contará, pero que ocupó páginas en los diarios neuquinos y trasandinos.
Acaso porque el infortunio en el que perdió a sus seres queridos ocurrió un 8 de diciembre, fecha que conmemora a la Inmaculada Concepción de María, Don Rolando Montaña encargó la realización de una imagen en madera de raulí que fue bautizada como Virgen del Camino. Se necesitó un rollizo muy grande de su fundo, que debió cortarse en varias partes hasta dar con el grosor requerido, que permitiera tallar la imagen con los brazos hacia la tierra, que supera el metro de ancho y los dos metros de altura. Hizo construir un resguardo y allí la entronizó, próximo al hito limítrofe en el paso Ilpela. Las manos de la imagen señalan el rumbo a uno y otro país.
El hombre contagió entusiasmo y sus amigos argentinos promovieron el Comité Hua Hum integrado por hoteleros, agencieros y operadores de turismo sanmartinenses. Y tanto empeño puso en ello que fue declarado Hijo Ilustre de San Martín de los Andes tiempo después.

Un traspié de los que a veces ocurren, dejó al empresario sin esas tierras, por lo que decidió retirar la imagen de la Virgen del Camino que, restaurada, se encuentra en la Parroquia de Futrono. Este y otros avatares no detuvieron su espíritu emprendedor, por lo que siguió sembrando y resultó fuente de inspiración para Ramón Quichiyao Figueroa, maestro del mismo pueblo que él.
Ramón Quichiyao (1951-2017), poeta, gestor cultural, escritor premiado y Ciudadano Ilustre de su ciudad, fue quien organizó y coordinó el proyecto “Un camino en la selva, un Paso a la libertad”. Ese fue el comienzo de la “Ruta de Neruda”, itinerario que tuvo varias ediciones hasta 2020, con escritores de los dos lados de la cordillera, que recorrían los lugares por donde anduvo el premio Nobel, hasta las termas de Chihuío, haciendo paradas de lectura para compartir textos y hermanarse a través de la palabra y los lazos comunes.

También dio origen a las “caravanas nerudianas” sanmartinenses y una recordada subida al Paso Ilpela con autores de los dos países que se encontraron en cercanías del hito fronterizo y continuaron del lado argentino.
Lo demás es reciente y conocido. Sin embargo, vale señalar la perseverancia de un hombre afectado por una tragedia familiar, que convirtió su dolor en iniciativas fraternales que inspiraron a Ramón Quichiyao, evocado siempre con gran afecto por quienes lo tratamos.
(*) anamariademena@gmail.com
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